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Típico pueblo manchego, patria chica literaria de Dulcinea y donde tiene su “casa natal” Aldonza Lorenzo. Alberga entre sus calles y plazas numerosos monumentos de interés histórico, además de varios rincones llenos de encanto con su tradicional edificación de mampostería y el blanco encalado de sus paredes.
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La Casa de Dulcinea, además de su valor literario, es una casa de labor típicamente manchega fielmente restaurada de planta rectangular y dos alturas, con una tercera en la parte central a modo de torreón. Tiene una portada señorial con dos escudos y su interior está dedicado a museo.
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